La dehesa de Extremadura es un ambiente donde muchos pueden apreciar
miles de especies, de fragancias, sonidos, colores…,
y solo unos pocos son capaces, además, de intuir “una figura” que hay detrás.
Muchos piensan que para descubrir a Dios, lo mejor es utilizar la lógica, algunos incluso han llegado a emplear el cálculo, pero eso, con ser posible, es como querer coger un cesto de estrellas subido en una escalera.
La ciencia nos permite desentrañar el funcionamiento de los fenómenos, y a veces, incluso, repetirlos sabiendo cuál va a ser el desenlace; pero tan solo la intuición es capaz de acercarnos a la esencia de las cosas, y en la poesía está, probablemente, el mayor depósito de verdades conseguidas por la Humanidad. Con ella, Juan de la Cruz, al pasar por un campo y experimentar una profunda emoción, intuye que la hermosura del soto que contempla no es lo que verdaderamente le emociona, sino la de “una figura” que algo antes ha pasado por allí.
Mil gracias derramando,
pasó por estos sotos con presura,
y yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de su hermosura.
San Juan de la Cruz, siglo XVI.
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Esta primera entrada me la ha regalado José Del Moral, gran amigo y hombre con una espiritualidad profunda. Desde aquí le agradezco este bello detalle.
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Hasta mañana, si Dios quiere.
Imagen y texto de José Del Moral De la Vega. Gracias