martes, 7 de diciembre de 2010

Adviento...


Ha llegado el mes de diciembre, y con él, un tiempo extraordinario de preparación espiritual, el Adviento, o lo que es lo mismo, la “Venida” de alguien importante en la vida de muchos de nosotros, Jesús.

Siempre me he preguntado cuál es la mejor manera de preparar una cunita en el interior de mi corazón, donde ofrecerle cobijo a ese Niñito cuando nazca, pero increíblemente, mientras más años cumplo, más difícil me parece el camino del Adviento. ¿Será que debo volver mis ojos a los niños y aprender de ellos?

Los niños ríen siempre, aunque las cosas no les salgan bien. Creo que debo llenar mi corazón de optimismo y creer que todos los problemas tienen solución.

Los niños suelen decir la verdad. Creo que debo ser sincero con todos, comenzando conmigo. La verdad es el faro que alumbra el camino de los hombres rectos.

Los niños siempre son generosos. Creo que debo desprenderme de la materialidad que me brinda el mundo, y ejercer de nuevo esos gestos sencillos y nobles con mis hermanos, que valen más que todo el oro del mundo.
Los niños duermen creyendo que cada mañana nacerá un nuevo día. Creo que debo ser confiada y tener la esperanza de que el mundo es un lugar hermoso para vivir, y que mi participación en él es necesaria para lograr que así sea.

Los niños tienen el alma pura, sin maldad alguna. Creo que debo llenar mi corazón de buenos deseos, de buenas acciones, de buenos pensamientos y palabras. Solo de esa manera estaré fabricando la cunita más bella para el pequeño más grande de mi vida, el Niñito Jesús.

Total, creo que la mejor manera de prepararme al Adviento la sé desde que era pequeña, pero se me olvida. Os la recuerdo a todos:

-En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos-. Mateo18:3

Que Dios Nuestro Señor les conceda a todos un verdadero y profundo tiempo de Adviento.

-----------------------------------------------------------------

Hasta mañana, si Dios quiere.

Imagen anónima tomada de la Red. Gracias

jueves, 28 de octubre de 2010

La verdadera alegría...


Hace días que me ronda un tema por la cabeza, o más bien, debería decir que me llama desde el corazón, donde lo tengo acunado. Parece cosa fácil hablar de la alegría. El Diccionario de la Real Academia Española la define como el “sentimiento grato y vivo que suele manifestarse con signos exteriores”. Asimismo, el hombre alegre es aquél que “está poseído o lleno de alegría” (DRAE). Con esta explicación bastaría para comprender el tema que hoy me ocupa; sin embargo, hay algo más que me gustaría agregar, porque esta descripción me queda corta al no entender la razón o causa de este sentimiento.
Cuando conocí a San Francisco de Asís, el Poverello, descubrí que el estar alegre no depende tanto de los acontecimientos que rodean a las personas y tampoco del estado de ánimo en el que se encuentran en determinado momento. Este sentimiento no nace del exterior, sino en el interior del hombre, como fruto de la fe en Dios, que permanece en el corazón y lo acompaña durante toda la vida.

Fray Leonardo, compañero de vida de San Francisco, narra de una manera muy dulce pero exacta, lo que era la alegría para el Poverello.

“… cada día es posible encontrar a Francisco que te explica que la buena nueva
de la bienaventuranza y de la verdadera –más bien que perfecta- alegría,
consiste no precisamente en éxitos humanos (v.3-6), sino en la paciencia y la paz
(v.14) frente a la dureza de los demás (v.8-10), pues solo así se revela que el
blanco a que apunta y da nuestra fe es Dios en Cristo o nuestro propio yo; si
realmente queremos dar o solo recibir…
“(San Francisco de Asís 80, BAC).

Cuando se es paciente y no se pierde la calma ante las adversidades de la vida, cuando se procura alimentar la fe y las virtudes del alma con las que se ha sido obsequiado desde el nacimiento, y cuando se desea servir en la caridad y dar al mundo un poco de lo que se ha recibido, en ese momento la verdadera y perfecta alegría ocupará su lugar en el corazón del hombre, igual que lo hizo hace ya tanto tiempo en el de un pobrecito de Dios llamado Francisco.

Que vuestro interior rebose de alegría cada día. Paz y bien a todos.

------------------------------------------------------------------------------

Hasta mañana, si Dios quiere.

Imagen de Tolga Dogan. Gracias

lunes, 20 de septiembre de 2010

La Espiritualidad, algo más que Física...

La dehesa de Extremadura es un ambiente donde muchos pueden apreciar
miles de especies, de fragancias, sonidos, colores…,
y solo unos pocos son capaces, además, de intuir “una figura” que hay detrás.


Muchos piensan que para descubrir a Dios, lo mejor es utilizar la lógica, algunos incluso han llegado a emplear el cálculo, pero eso, con ser posible, es como querer coger un cesto de estrellas subido en una escalera.

La ciencia nos permite desentrañar el funcionamiento de los fenómenos, y a veces, incluso, repetirlos sabiendo cuál va a ser el desenlace; pero tan solo la intuición es capaz de acercarnos a la esencia de las cosas, y en la poesía está, probablemente, el mayor depósito de verdades conseguidas por la Humanidad. Con ella, Juan de la Cruz, al pasar por un campo y experimentar una profunda emoción, intuye que la hermosura del soto que contempla no es lo que verdaderamente le emociona, sino la de “una figura” que algo antes ha pasado por allí.

Mil gracias derramando,
pasó por estos sotos con presura,
y yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de su hermosura.

San Juan de la Cruz, siglo XVI.

----------------------------------------------------------------

Esta primera entrada me la ha regalado José Del Moral, gran amigo y hombre con una espiritualidad profunda. Desde aquí le agradezco este bello detalle.

-----------------------------------------------------------------

Hasta mañana, si Dios quiere.

Imagen y texto de José Del Moral De la Vega. Gracias

viernes, 10 de septiembre de 2010

Ábrete...



Amigos queridos, después de cuatro años interactuando con un blog de poesía, he decidido crear este nuevo espacio, donde procuraré abrir la ventana de mi espiritualidad. Espero que todo el que se asome por ella, pueda irse con una semilla del infinito amor que Dios nos tiene.

Ephethahh es un vocablo hebreo que significa -Ábrete-, y que es usado por los sacerdotes católicos en la liturgia del bautismo. De allí que haya llamado así a este espacio, para que me recuerde que tengo que abrir constantemente mis oídos, mi boca, mis ojos, mis brazos y mi corazón al mundo que me rodea.

Sean todos bienvenidos. Que Dios los bendiga.

-----------------------------------------------------------------

Hasta mañana, si Dios quiere.

Imagen de Fontana Maurizio. Gracias