domingo, 1 de abril de 2012

Las palmas y Dios...

    
     Hoy es Domingo de Ramos, comienzo de la Semana Santa. En esta fiesta tan grande, los católicos celebramos el regreso triunfal de Nuestro Señor Jesús a Jerusalén, quien entre gritos de júbilo y reverencias con hojas de palma y olivo por el pueblo judío, era aclamado como el Hijo de Dios.

     Para los pueblos de Medio Oriente, las palmas y los olivos eran el símbolo de la fecundidad y de la riqueza. Obtenían de ellas pan, vino, vinagre y miel, entre otras cosas.  La multitud vitoreaba a Jesús con estas plantas, y hoy, nosotros lo seguimos haciendo, porque reconocemos que Jesús es verdadero Dios, quien nos ofrece la vida que no acaba.
    Cada año, como lo hacía mi madre, guardo en casa una palma bendita de la misa de este día.  Ella me recuerda que debemos seguir vitoreando, desde nuestro corazón, a Nuestro Señor Jesús, pues al derramar su preciosa sangre por todos nosotros, nos abrió para siempre las puertas del Cielo, ofreciéndonos así, la vida que nunca acaba.

     Que este domingo sea para todos ustedes, amigos míos, motivo de regocijo y dulce espera en el recogimiento y la paz de sus corazones.
     Paz y Bien. 

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Hasta mañana, si Dios quiere.

Imagen tomada de la Red. Gracias