domingo, 1 de abril de 2012

Las palmas y Dios...

    
     Hoy es Domingo de Ramos, comienzo de la Semana Santa. En esta fiesta tan grande, los católicos celebramos el regreso triunfal de Nuestro Señor Jesús a Jerusalén, quien entre gritos de júbilo y reverencias con hojas de palma y olivo por el pueblo judío, era aclamado como el Hijo de Dios.

     Para los pueblos de Medio Oriente, las palmas y los olivos eran el símbolo de la fecundidad y de la riqueza. Obtenían de ellas pan, vino, vinagre y miel, entre otras cosas.  La multitud vitoreaba a Jesús con estas plantas, y hoy, nosotros lo seguimos haciendo, porque reconocemos que Jesús es verdadero Dios, quien nos ofrece la vida que no acaba.
    Cada año, como lo hacía mi madre, guardo en casa una palma bendita de la misa de este día.  Ella me recuerda que debemos seguir vitoreando, desde nuestro corazón, a Nuestro Señor Jesús, pues al derramar su preciosa sangre por todos nosotros, nos abrió para siempre las puertas del Cielo, ofreciéndonos así, la vida que nunca acaba.

     Que este domingo sea para todos ustedes, amigos míos, motivo de regocijo y dulce espera en el recogimiento y la paz de sus corazones.
     Paz y Bien. 

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Hasta mañana, si Dios quiere.

Imagen tomada de la Red. Gracias

martes, 1 de noviembre de 2011

Gracias, Doña Guille...



Hola, Doña Guille. ¿Sabe usted que la conozco desde hace muchos años? Últimamente coincidimos en misa de 8, pero créame si le digo que me sé de memoria su historia. Recuerdo cuando salió avante de ese accidente automovilístico que casi acaba con su vida, y también, cómo se dedicó de lleno al cuidado de la parroquia y de los sacerdotes que la ayudaron, como agradecimiento a Dios por haberle dado una nueva oportunidad de vivir.

Usted no lo sabe, pero siempre me está enseñando cosas. Por ejemplo, me doy cuenta que no le importa usar la misma ropa cada domingo, ni los mismos zapatos viejos, porque sabe que lo que vale es lo que lleva dentro, en su corazón. Y cuando camina despacio y encorvada, apoyada en su bastón, me recuerda aquella frase que dice que lo que somos, es un regalo de Dios, pero que lo que hacemos con lo que somos, ese es precisamente el regalo que nosotros le hacemos a nuestro Padre del cielo.


Ser agradecido es la mejor lección que me puede dar, porque usted, Doña Guille, hace vida estas palabras.

Gracias. Dios la bendiga. Nos vemos el domingo, en misa de 8.


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Hasta mañana, si Dios quiere.


Imagen de Gino Maccanti. Gracias

domingo, 2 de octubre de 2011

Caras vemos...




Te vi a lo lejos; te paseabas entre los carros pidiendo una moneda por entretener al conductor el minuto que dura el alto. Solo una persona alargó la mano y te dio menos de lo que seguramente esperabas.

Juanito (no sé cómo te llamas pero te tengo que llamar de algún modo, disculpa), al acercarme a ti me di cuenta que pintas tu rostro como un payaso y que vistes una camiseta deslavada y pantalones percudidos, pero eso no importa, ni tampoco importa que tus malabares con tres naranjas sean perfectos. Lo que pude observar es que nadie te miró; si acaso, dos niños que te aplaudieron desde su coche y que al verlos, su madre les ordenó que voltearan a otro lado.

Aunque no lo creas, hoy, después de pasar por ese crucero tantas veces, te presté atención, y lo que es más, te llevé en mi pensamiento todo el tiempo que duró el trayecto a mi trabajo.


¿Por qué será que algunas personas piensan que eres un flojo, Juanito? Otros dicen que no quisiste estudiar, y algunos más que eres un joven sin valores esperando asaltar a la primera.

No sabemos cómo ha sido tu vida ni por qué trabajas en las calles, pero estoy segura de que me contarás todo el día que te lo pregunte. Una cosa sí te digo, es más fácil juzgarte desde dentro de un coche que pasar las horas a la intemperie, como lo haces tú, buscando juntar pa’un taquito.

Nunca mejor dicho. Caras vemos, corazones no sabemos, ¿verdad, Juan?


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Hasta mañana, si Dios quiere.


Imagen tomada de la Red. Gracias

lunes, 3 de enero de 2011

Del Oriente...


«¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer?
Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo».
Mt 2,2.
Jesús ha nacido, y lo ha hecho para reinar en el corazón de todos los hombres. Ha venido a redimirnos y a que hagamos VIDA su palabra. No podemos ni debemos quedarnos para nosotros su Amor. Así como los Reyes Magos fueron a ver al Santo Niño en el pesebre, difundiendo después en sus tierras ese bendito hallazgo, también nosotros, con fe, esperanza y amor, debemos propagar la buena nueva, que es la hermandad y la paz en nuestras familias y con nuestro prójimo, sabiendo que ya no estamos solos, nunca lo hemos estado ni lo estaremos, porque Dios se hizo hombre para habitar en el corazón de cada uno de nosotros.

Que la presencia de Jesús los ilumine en este nuevo año. Se los deseo con todo mi corazón.
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Hasta mañana, si Dios quiere.
Imagen tomada de la Red. Gracias

martes, 7 de diciembre de 2010

Adviento...


Ha llegado el mes de diciembre, y con él, un tiempo extraordinario de preparación espiritual, el Adviento, o lo que es lo mismo, la “Venida” de alguien importante en la vida de muchos de nosotros, Jesús.

Siempre me he preguntado cuál es la mejor manera de preparar una cunita en el interior de mi corazón, donde ofrecerle cobijo a ese Niñito cuando nazca, pero increíblemente, mientras más años cumplo, más difícil me parece el camino del Adviento. ¿Será que debo volver mis ojos a los niños y aprender de ellos?

Los niños ríen siempre, aunque las cosas no les salgan bien. Creo que debo llenar mi corazón de optimismo y creer que todos los problemas tienen solución.

Los niños suelen decir la verdad. Creo que debo ser sincero con todos, comenzando conmigo. La verdad es el faro que alumbra el camino de los hombres rectos.

Los niños siempre son generosos. Creo que debo desprenderme de la materialidad que me brinda el mundo, y ejercer de nuevo esos gestos sencillos y nobles con mis hermanos, que valen más que todo el oro del mundo.
Los niños duermen creyendo que cada mañana nacerá un nuevo día. Creo que debo ser confiada y tener la esperanza de que el mundo es un lugar hermoso para vivir, y que mi participación en él es necesaria para lograr que así sea.

Los niños tienen el alma pura, sin maldad alguna. Creo que debo llenar mi corazón de buenos deseos, de buenas acciones, de buenos pensamientos y palabras. Solo de esa manera estaré fabricando la cunita más bella para el pequeño más grande de mi vida, el Niñito Jesús.

Total, creo que la mejor manera de prepararme al Adviento la sé desde que era pequeña, pero se me olvida. Os la recuerdo a todos:

-En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos-. Mateo18:3

Que Dios Nuestro Señor les conceda a todos un verdadero y profundo tiempo de Adviento.

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Hasta mañana, si Dios quiere.

Imagen anónima tomada de la Red. Gracias

jueves, 28 de octubre de 2010

La verdadera alegría...


Hace días que me ronda un tema por la cabeza, o más bien, debería decir que me llama desde el corazón, donde lo tengo acunado. Parece cosa fácil hablar de la alegría. El Diccionario de la Real Academia Española la define como el “sentimiento grato y vivo que suele manifestarse con signos exteriores”. Asimismo, el hombre alegre es aquél que “está poseído o lleno de alegría” (DRAE). Con esta explicación bastaría para comprender el tema que hoy me ocupa; sin embargo, hay algo más que me gustaría agregar, porque esta descripción me queda corta al no entender la razón o causa de este sentimiento.
Cuando conocí a San Francisco de Asís, el Poverello, descubrí que el estar alegre no depende tanto de los acontecimientos que rodean a las personas y tampoco del estado de ánimo en el que se encuentran en determinado momento. Este sentimiento no nace del exterior, sino en el interior del hombre, como fruto de la fe en Dios, que permanece en el corazón y lo acompaña durante toda la vida.

Fray Leonardo, compañero de vida de San Francisco, narra de una manera muy dulce pero exacta, lo que era la alegría para el Poverello.

“… cada día es posible encontrar a Francisco que te explica que la buena nueva
de la bienaventuranza y de la verdadera –más bien que perfecta- alegría,
consiste no precisamente en éxitos humanos (v.3-6), sino en la paciencia y la paz
(v.14) frente a la dureza de los demás (v.8-10), pues solo así se revela que el
blanco a que apunta y da nuestra fe es Dios en Cristo o nuestro propio yo; si
realmente queremos dar o solo recibir…
“(San Francisco de Asís 80, BAC).

Cuando se es paciente y no se pierde la calma ante las adversidades de la vida, cuando se procura alimentar la fe y las virtudes del alma con las que se ha sido obsequiado desde el nacimiento, y cuando se desea servir en la caridad y dar al mundo un poco de lo que se ha recibido, en ese momento la verdadera y perfecta alegría ocupará su lugar en el corazón del hombre, igual que lo hizo hace ya tanto tiempo en el de un pobrecito de Dios llamado Francisco.

Que vuestro interior rebose de alegría cada día. Paz y bien a todos.

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Hasta mañana, si Dios quiere.

Imagen de Tolga Dogan. Gracias

lunes, 20 de septiembre de 2010

La Espiritualidad, algo más que Física...

La dehesa de Extremadura es un ambiente donde muchos pueden apreciar
miles de especies, de fragancias, sonidos, colores…,
y solo unos pocos son capaces, además, de intuir “una figura” que hay detrás.


Muchos piensan que para descubrir a Dios, lo mejor es utilizar la lógica, algunos incluso han llegado a emplear el cálculo, pero eso, con ser posible, es como querer coger un cesto de estrellas subido en una escalera.

La ciencia nos permite desentrañar el funcionamiento de los fenómenos, y a veces, incluso, repetirlos sabiendo cuál va a ser el desenlace; pero tan solo la intuición es capaz de acercarnos a la esencia de las cosas, y en la poesía está, probablemente, el mayor depósito de verdades conseguidas por la Humanidad. Con ella, Juan de la Cruz, al pasar por un campo y experimentar una profunda emoción, intuye que la hermosura del soto que contempla no es lo que verdaderamente le emociona, sino la de “una figura” que algo antes ha pasado por allí.

Mil gracias derramando,
pasó por estos sotos con presura,
y yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de su hermosura.

San Juan de la Cruz, siglo XVI.

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Esta primera entrada me la ha regalado José Del Moral, gran amigo y hombre con una espiritualidad profunda. Desde aquí le agradezco este bello detalle.

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Hasta mañana, si Dios quiere.

Imagen y texto de José Del Moral De la Vega. Gracias