martes, 1 de noviembre de 2011

Gracias, Doña Guille...



Hola, Doña Guille. ¿Sabe usted que la conozco desde hace muchos años? Últimamente coincidimos en misa de 8, pero créame si le digo que me sé de memoria su historia. Recuerdo cuando salió avante de ese accidente automovilístico que casi acaba con su vida, y también, cómo se dedicó de lleno al cuidado de la parroquia y de los sacerdotes que la ayudaron, como agradecimiento a Dios por haberle dado una nueva oportunidad de vivir.

Usted no lo sabe, pero siempre me está enseñando cosas. Por ejemplo, me doy cuenta que no le importa usar la misma ropa cada domingo, ni los mismos zapatos viejos, porque sabe que lo que vale es lo que lleva dentro, en su corazón. Y cuando camina despacio y encorvada, apoyada en su bastón, me recuerda aquella frase que dice que lo que somos, es un regalo de Dios, pero que lo que hacemos con lo que somos, ese es precisamente el regalo que nosotros le hacemos a nuestro Padre del cielo.


Ser agradecido es la mejor lección que me puede dar, porque usted, Doña Guille, hace vida estas palabras.

Gracias. Dios la bendiga. Nos vemos el domingo, en misa de 8.


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Hasta mañana, si Dios quiere.


Imagen de Gino Maccanti. Gracias